Presentar una historia del cannabis medicinal y sus usos terapéuticos demandaría un trabajo de investigación de gran envergadura el cual debería contar con varios años de indagación exhaustiva y sistemática llevada a cabo por un equipo de profesionales formados en distintas aéreas del conocimiento. No obstante, nos parece acertado ofrecer una serie de hechos históricos clave a modo de resumir algunas de sus principales etapas.
Las primeras referencias históricas
La primera referencia histórica del uso médico del cannabis se remonta al año 2700 A.C., cuando se menciona la planta en el Gran Herbario , obra del emperador-botánico chino Shen-Nung. Allí se indican sus propiedades curativas frente a la malaria, entre otras enfermedades, aludiendo también a los efectos nocivos cuando es consumido en exceso. Más tarde, el cirujano chino Hua-Tao (141-208), prescribió una mezcla de vino y resina de cannabis como analgésico antes de una operación. Por tanto, la existencia de estos datos demostraría el conocimiento por parte de los chinos acerca de la naturaleza dual de la sustancia, terapéutica pero nociva en exceso.
Desde China el cultivo del cannabis se fue extendiendo a otras regiones asiáticas, por el sudeste y la India donde fue ampliamente utilizada como medicina durante siglos. En la India, según los textos sagrados, los dioses dieron cáñamo a los hombres para que experimentaran éxtasis y coraje. Por ello su uso fue extendido por toda la India en sus rituales religiosos y sociales. En la India la medicina estaba estrechamente relacionada con la religión, por ello los efectos beneficiosos de la planta eran atribuidos por los hindúes a la bondad de los dioses y no es de extrañar que, dadas las propiedades atribuidas, se utilizara para la curación de múltiples molestias como para calmar la fiebre, el insomnio, la lepra, la caspa, las jaquecas, la tos ferina, la oftalmia, las enfermedades venéreas y hasta la tuberculosis (Escohotado, 1998).
El uso del cannabis se extendió desde la India a Persia y Asiria. En su crónica de las Guerras Médicas , Heródoto (485-425 a.C.), describió como el cáñamo crecía en Escitia en forma salvaje y cultivada y como era utilizado por los escitas, detallando el uso ritual del cannabis por este pueblo asiático del siglo VII a.C. (Navarro y Rodríguez, 2000). Heródoto relataba cómo era utilizado en una especie de sauna donde se arrojaban grandes trozos de cáñamo sobre piedras calentadas, todo ello con fines lúdicos.
Existe controversia entre los autores acerca del consumo del cannabis con fines recreativos en el imperio romano o en Grecia. Sin embargo, existe acuerdo en el cultivo de la planta por parte de ambas culturas, principalmente para uso industrial, para la manufacturación de tejidos, cuerda, velas, etc. Ramos y Fernández (2000) hacen referencia a que no existen datos significativos en los textos clásicos sobre el conocimiento por parte de estas civilizaciones de los efectos psicotrópicos. Sin embargo, Escohotado (1998) menciona que los escasos datos sugieren su utilización por los griegos en forma de bebida cocida con cáñamo, así como en Roma, sugiere el autor, también era utilizada con fines lúdicos entre las clases acomodadas.
Se cuenta con evidencias del conocimiento por ambas culturas del uso medicinal de la planta. El uso terapéutico es descrito en diversos escritos de diferentes autores de la época. Plinio “el Viejo” (23-79 a.C.) en Nature Historiarum en el Libro XXXVII señala que: “…sus semillas hacen a los genitales impotentes. Su jugo expulsa de las orejas cualquier gusano que haya entrado en ellas, pero a costa de un dolor de cabeza. Es tan potente su naturaleza que cuando se vierte agua, se dice que puede hacerla cuajar, y al beber de esta agua se regulan las tripas de las bestias de carga. Su raíz, cocida en agua, alivia los calambres de las articulaciones, así como la gota y otros dolores similares”. Otro médico griego conocido como Dioscórides recogió información en sus viajes sobre las propiedades curativas de multitud de plantas, entre ellas la del cannabis. Escribió el herbario De Materia Médica , un manual básico de farmacología en el que se describían las propiedades del cannabis para el tratamiento de inflamaciones, dolores, edemas y la “materia dura” de las articulaciones. Por su parte, Galeno (131-200 a.C.), médico y filósofo griego, escribió numerosas obras relativas a la medicina y la farmacología. Su obra tuvo gran repercusión, siendo el referente en la medicina posterior. Escribió en uno de sus tratados terapéuticos que las semillas del cannabis eran “de digestión pesada y nociva para el estómago y la cabeza pero elimina las ventosidades” y recomendaba la utilización del “zumo de toda la hierba, verde, instilado en los oídos para combatir los dolores producidos por opilaciones”. Hacía referencia a que su ingestión aliviaba los músculos en extremidades, apuntando que podría producir conversación carente de sentido.De la utilización de la planta por los romanos apuntaba que “fríen y consumen estas semillas acompañadas de otros postres” (Ramos y Fernández, 2000). También por medio de los escritos de este autor se tiene conocimiento de que se consumían las flores de la planta hembra (marihuana) en reuniones sociales (Escohotado, 1998). El uso medicinal de la planta fue extendiéndose a través del imperio romano con la divulgación de estas obras médicas por todo Europa como remedio efectivo para diferentes enfermedades (Lorenzo y Leza, 2000).
Entre la Edad Media y la modernidad
En la era cristiana encontramos escasa documentación acerca de la utilización del cannabis en cualquiera de sus posibles usos. Esto probablemente es debido a que durante la Edad Media, prohibiendo la práctica de la medicina herbaria y castigando a aquellos que se alejaban de las doctrinas de la Iglesia (Conrad, 1998). Posiblemente asociado al paganismo, el cannabis y su utilización estaba proscrito y por tanto censurado cualquier escrito que hiciera referencia a ella. Sin embargo, en esta época se seguía las doctrinas de Galeno, Plinio y Dioscórides. A pesar de los limitados testimonios escritos, los herbarios eran frecuentes publicaciones sobre las utilidades médicas de gran cantidad de plantas (Bagshaw y Hagen, 2002). Hildegard de Bingen (1099-1179), religiosa y seguidora de la teoría de Galeno,menciona en su tratado sobre plantas medicinales, “Phisica”, que la semilla de cáñamo puede aliviar el dolor. Posteriormente, Peter Schoffer en su herbario “Der Gart der Gesundheit” también señala diferentes aplicaciones terapéuticas del cannabis. Otros autores como John Parkinson, Tragus, Ruellius, Fuschius y Lugdunensis hacía referencia a la utilidad de la planta para aliviar diversas dolencias en sus herbarios (Bagshaw y Hagen, (2002).
En cuanto a la cultura islámica, el cannabis no es mencionado en el Corán, pero la medicina árabe sí hace referencia a los usos terapéuticos de la planta. A pesar de que la religión no permitía el estado de embriaguez provocado por el vino, prohibido por Mahoma, esta prohibición no hizo referencia al cannabis y a sus derivados por lo que se produce que el consumo de Hashish, que significa hierba en árabe, se propague.
Por tanto, el conocimiento de los efectos psicotrópicos y su utilización con fines recreativos era conocido por los árabes, siendo su uso extendido sobre todo entre las clases más pobres y estando prohibido su consumo en diversas épocas a lo largo de la historia (Ramos y Fernández, 2000). Por otro lado, los médicos árabes eran conocedores de los usos terapéuticos de la planta, informando de usos diferentes del cannabis a los referenciados por Dioscórides y Galeno, como medicina para estimular el apetito, recomendado para la flatulencia y para curar la epilepsia. Desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, las sociedades musulmanas difundieron el uso del cannabis al que atribuyeron numerosas virtudes terapéuticas.
Se especula, dada la escasez de datos, que el cannabis se seguía utilizando como materia prima con fines terapéuticos para el tratamiento de diversos males en la clandestinidad y como droga de abuso, persistiendo su uso, a lo largo de esta era, en el lejano y medio oriente durante toda la Edad Media, pero no así en el norte de Europa, que fue poco a poco abandonando su uso (Lorenzo y Leza, 2000).
Ya entrando al Renacimiento, botánicos franceses recomendaron la planta contra "nódulos gotosos, tumores y otras hinchazones duras". Un clérigo inglés llamado Robert Burton publicó una colección en 1621 llamada Anatomy and Melancholia en la que recomendaba el cannabis en el tratamiento de la depresión. Fue el naturalista sueco Carl von Linné quien lo describió científicamente por primera vez en 1759 y le dio al cannabis su nombre científico actual: Cannabis sativa.
El siglo XIX
En el siglo XIX, los médicos franceses que partieron con Bonaparte hacia Egipto vieron en el hachís una verdadera panacea y lo alabaron a su regreso a Francia. Entre ellos, el doctor Louis Aubert-Roche declaró al cannabis el remedio soberano contra la peste y en 1835 publicó un tratado sobre este tema. De la peste et du typhus d'Orient . De once casos graves de peste, Aubert-Roche consiguió la curación de siete de ellos, que atribuyó al hachís, pero no pudo continuar su experimento porque la epidemia había cesado en Francia. En Italia, Poli, Valieri y Erba también comenzaron muy temprano a estudiar este cannabis, extrayéndolo de Egipto para poder analizar sus efectos en Europa.
No es hasta el siglo XIX que no tiene lugar la difusión del uso del cannabis en Europa principalmente por sus propiedades curativas. El colonialismo del continente europeo puso en contacto a Europa con pueblos que utilizaban frecuentemente el cannabis para fines terapéuticos y recreativos, como la India o Egipto. Así pues, desde las colonias Indias, lo traen los médicos ingleses que estudian su uso para fines terapéuticos. La planta y su estudio fue introducida en 1842 por O’Shaughnessy, cirujano irlandés, que había conocido en su estancia en la india las propiedades del cannabis. Willian B. O'Shaughnessy, un joven profesor de la Facultad de Medicina de Calcuta, después de probar el cannabis en animales, comenzó a prescribirlo a sus pacientes con rabia, epilepsia, tétanos y reumatismo. Describió en 1839,la tintura de cáñamo (una solución de cannabis en alcohol, administrada por vía oral) como uno de los mejores antiespasmódicos que pueden existir. De vuelta en Inglaterra en 1842, abasteció de cannabis a las farmacias. Muy rápidamente, los éxitos obtenidos animaron a médicos de Europa y Estados Unidos a prescribir extractos de cáñamo en muchas patologías.
El cannabis, que apareció en la Farmacopea Americana en 1854, estaba indicado en el tratamiento de casi un centenar de enfermedades, aunque con una advertencia que estipulaba que el producto era peligroso en dosis altas y que era un potente narcótico. En 1867, en el Diccionario de Terapéutica Médica y Quirúrgica de Bouchut y Despres, se podía leer la siguiente definición de cáñamo indio:
Desde 1850 hasta 1937, casi un centenar de enfermedades fueron tratadas con tinturas de cannabis. La Farmacopea Americana tiene muchos documentos y artículos sobre este tema. Desafortunadamente, sin indicaciones precisas de los niveles de cannabinoides, se pueden extraer pocos datos de estos usos.
A finales del siglo XIX también en España se difunde el uso de medicinas que poseían entre sus componentes el cannabis o principalmente formados por cannabis, como el Jarabe Antinervioso de Corteza de Naranja amarga, Bromuro potásico y Hastchisch del Dr. Campá, de Valencia, o el Jarabe de Haschish Bromurado del Dr. Jimeno y el Licor de Cáñamo Indiano de Queralt (Usó, 1995). Otro medicamento difundido y ampliamente utilizado fue la presentación del cannabis en forma de cigarrillos para el tratamiento de los problemas respiratorios como el asma, como los Cigarrillos indios antiasmáticos de Cannabis índica de Grimault y cía, o en los Cigarrillos balsámicos antiasmáticos y en los Papeles azoados del Dr. Andreu para inhalaciones (Usó, 1995).
Por otro lado, en el continente americano la planta fue introducida por los españoles y portugueses en Sudamérica y por los ingleses y franceses en Estados Unidos y Canadá. El uso recreativo de la planta se hizo masivo en Centroamérica y éste fue extendiéndose a los estados sureños de Estados Unidos. En cuanto al uso con fines terapéuticos, en Estados Unidos imitaron y trasladaron los usos de la planta de la farmacopea europea (Ramos y Fernández, 2000). El cannabis era un componente aceptado entre los tratamientos farmacológicos, de hecho la tintura y el extracto de cannabis eran vendidos sin restricciones en las farmacias hasta 1925, cuando se limitó su uso para fines médicos y científicos. Aunque su uso con fines medicinales fue decayendo,tanto la tintura de cannabis como el extracto de su resina estuvieron en los tratados de la farmacopea de Estados Unidos entre 1850 y 1942 (Ramos y Fernández, 2000).
En el siglo XIX, por lo tanto, el uso del cannabis se extendió libremente. A pesar del gran entusiasmo que muchos médicos tenían por el cáñamo indio, el final del siglo XIX marcó el comienzo del declive en el uso del cannabis. De hecho, los distintos preparados a base de cannabis que se vendían en las farmacias no estaban estandarizados, por lo que los lotes no tenían todos la misma potencia, lo que en ocasiones conducía al fracaso terapéutico. Las reacciones al cannabis por vía oral parecían irregulares e impredecibles. Además, el progreso de la química permitiría aislar muchos principios activos de otras plantas, como la morfina y la codeína del opio; mejor dosificados y más constantes en sus efectos que los extractos simples utilizados hasta ahora.
La utilización de la planta con fines terapéuticos, sin embargo, no fue duradera. A comienzos del siglo XX fue retirada de la farmacopea por sus efectos nocivos para el sistema nervioso por lo que pasó a ser considerada una sustancia ilegal (Lorenzo y Leza, 2000). En 1894 se publica el informe de la Indian Hemp Drugs, comisión elaborada por médicos ingleses e indios, donde se recoge que “se ha establecido claramente que el uso ocasional del cáñamo en dosis moderadas puede ser beneficioso y considerarse medicinal”, concluyendo que el uso moderado no es perjudicial aunque sí el uso excesivo, siendo el uso moderado el habitual (Herer, 2003).
Del siglo XX a nuestros días
En los inicios del siglo XX tienen lugar las primeras actuaciones para la regularización del cannabis y de otras sustancias, estando la planta y su uso bajo el control internacional. Este control y regularización ha tenido una evolución irregular, pasando por épocas de mayor a menor permisividad en su uso y consumo. El uso de la droga fue limitado a fines médicos y científicos, en un principio, siendo considerado ilegal su consumo con otros fines. Esta ilegalización venía motivada por la necesidad de regular aquellas sustancias nocivas para la salud, pretendiendo con su ilegalización reducir el consumo. Sin embargo, éste siempre ha estado presente a lo largo del siglo pasado, asociado mayoritariamente al uso del cannabis en busca de sus efectos psicotrópicos. Así pues, en los años 50 fue asociado al entorno del Jazz europeo (Merino, 2000).Posteriormente, en los años 60 y 70, se asoció a la rebeldía y clamor de libertad de la cultura hippie. Este movimiento sociocultural produjo un aumento en su consumo. En los años 80, con el aumento del consumo de la heroína, se produjo una estabilización del consumo del cannabis e incluso el decremento en algunos países (Lorenzo y Leza, 2000; Merino, 2000). Este descenso fue temporal, ya que a principios de los 90 se inició un importante aumento en el número de consumidores y un decremento en la edad de inicio de consumo. En la actualidad se observa una tendencia a la estabilización de su consumo en aquellos países en los que es muy elevado y la línea ascendente de su consumo se mantienen en aquellos en los que todavía es menor (Calafat et al., 2000).
Como se mencionó anteriormente, se han dado periodos a lo largo de la historia en los que el consumo estuvo prohibido, generalmente aquél que hacía referencia a su utilización por sus efectos psicoactivos. Ya a principios del siglo XX, tiene lugar la primera convención internacional para el control de ciertas drogas. En 1912 se convoca la Convención del Opio en la Conferencia Internacional de La Haya (Holanda), donde se acuerda limitar la producción y exportación del opio, heroína y cocaína, sólo para fines médicos. Siguiendo a Escohotado (1998), tanto los representantes italianos como los ingleses insistían en que el cannabis se añadiera a la lista de sustancias bajo control internacional no realizándose en este momento si no posteriormente.
Conferencia de las Naciones Unidas para la adopción de una convención única
sobre Estupefacientes 24 de enero a 25 de marzo de 1961, Nueva York
No es hasta la segunda Conferencia Internacional del Opio, en Ginebra, en 1925 cuando se declara al cannabis como un narcótico, realizándose una restricción de su uso y consumo únicamente para fines médicos y científicos, recomendándose un estricto control de la sustancia para impedir su uso con fines recreativos. En 1937 el gobierno estadounidense puso en vigor la Marijuana Tax Act , ampliándose la prohibición del alcohol al cannabis (Sole-Puig, 2000). A partir de ese momento se creó un cuerpo de policía federal con capacidad de imponer condenas de prisión e incluso de penas capitales. Desde entonces, los países occidentales imitaron esta política de control y penalización aplicándola con matices. El cannabis se eliminó definitivamente de la Farmacopea estadounidense en 1941 y de la Farmacopea francesa en 1953 (la edición de 1949 todavía mencionaba la tintura y el extracto, indicados como sedantes en el dolor gástrico y en ciertas patologías mentales).
Aunque posteriormente se permitió el cultivo del cáñamo para utilización industrial y gastronómica durante los años de intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Pocas son las modificaciones respecto al control del cannabis hasta 1961, cuando se celebra la Convención Única de Estupefacientes de Nueva York, promovida por Naciones Unidas. En esta reunión se producen dos cambios sustanciales. En primer lugar, se deja de considerar al consumidor de la droga como un delincuente, connotación habitual hasta ese momento, para pasar a ser considerado un “enfermo” y que por tanto requería de cuidados desde la sociedad para facilitar el tratamiento de desintoxicación. Por otro lado, se promulgó la creación de un sistema de cuatro listas donde se clasificaban las sustancias en función de la peligrosidad (Candela García y Espada Sánchez, 2006,60-61).
Sin embargo, en 1964, Raphael Mechoulam aisló delta-9-tetrahidrocannabinol o THC, el principal compuesto psicoactivo del cannabis, reviviendo así el interés por la planta. Luego, los investigadores demostraron que el cannabis ejercía su acción imitando la acción de una molécula presente de forma natural en el cerebro: la anandamida. T res décadas después, entre 1992 y 1995, Mechoulam y su equipo identificaron y aislaron los cannabinoides endógenos anandamida y 2-AG. Ello sentó las bases de todos los estudios del sistema endocannabinoide, tras lo cual se descubrieron los receptores cannabinoides y se creó el concepto de sistema endocannabinoide. Con esto se descubrió un nuevo sistema nervioso de comunicación que los investigadores siguen explorando en la actualidad.
Hoy en día se comercializan varios fármacos a base de THC y otros cannabinoides por sus propiedades antieméticas, orexigénicas o analgésicas. Actualmente se están estudiando otras propiedades más inesperadas del cannabis: inhibiría la proliferación de células tumorales en el cáncer de mama, protegería contra accidentes cerebrovasculares y sería un anestésico local, entre muchos otros temas.
El descubrimiento de un sistema cannabinoide endógeno ha originado que se estudie la posibilidad de que la sustancia sea utilizada con fines terapéuticos y la conveniencia de su prescripción médica en determinados procesos patológicos tal y como se hizo a lo largo de la historia. Esto ha abierto un debate social y la aparición de movimientos antiprohibicionistas que demandan la legalización de la droga. Con el descubrimiento de que el cannabis actúa en el organismo humano a través de un sistema cannabinoide endógeno, se ha abierto la posibilidad de conocer como interviene en múltiples funciones fisiológicas como el control motor, en la memoria, en la emoción y la motivación, así como en la ingesta alimentaria entre otros sistema vegetativos.También se ha tenido conocimiento de que el sistema cannabinoide endógeno juega un importante papel en la regulación de las respuestas emocionales relacionadas con el estado de ánimo y la ansiedad.
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